El Día Internacional de los Derechos Humanos, en que se recuerda la Declaración Universal de los Derechos Humanos, firmada el 10 de diciembre de 1948, ha sido oportunidad para que a través de un mensaje Mons. Miguel Cabrejos, presidente del Celam, reafirme que “todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”.
Memoria de quien dio la vida por defender los derechos humanos
El arzobispo de Trujillo hace memoria “de los defensores de los derechos humanos en nuestro continente latinoamericano y caribeño, muchos de ellos asesinados, otros víctimas de violencias y amenazas contra su integridad y la de sus familias”, una demostración de coraje y determinación, como ha recordado el Papa Francisco.
El Celam, en el camino de la sinodalidad y su opción preferencial por los más pobres y excluidos, dice sentirse interpelado “por los dolores que padecen nuestros hermanos y hermanas en estas tierras y en estos tiempos: millones de hombres y mujeres han dejado sus familias y sus patrias por razones políticas y económicas”, así como por la falta de acceso a las vacunas contra el Covid-19. El mensaje también critica las dictaduras atroces, la degradación de la naturaleza y los millones de personas que carecen de techo, tierra y trabajo, como realidades presentes en el continente.
Amar al prójimo es amar a Dios mismo
Ante esa realidad, Mons. Cabrejos califica este día como “una invitación a reconocernos en tanto seres humanos, como hijos de un mismo Dios”, recordando lo que nos dicen las Sagradas Escrituras. En ellas aparece la novedad del mensaje cristiano: “amar al prójimo es amar a Dios mismo”. Se trata de un “mandamiento nuevo”, que según el presidente del Celam “tiene consecuencias económicas, sociales y políticas, que se expresan en los derechos humanos y también en los deberes humanos”.
El mensaje, insistiendo en que “el amor al prójimo se debería reflejar en relaciones de justicia, equidad, libertad, paz y en la construcción del bien común”, cita las palabras de San Juan XXIII, en las que define esta realidad como “la defensa de los derechos y deberes de la persona humana”. Por ello, Mons. Miguel Cabrejos recuerda que “la Declaración de los Derechos Humanos compromete a los Estados a respetar y hacer respetar la vida, la libertad y la seguridad de las personas”.
Esperanza en las generaciones jóvenes y en los movimientos populares
Como señal de esperanza, relata el aumento de la conciencia sobre el respeto a los derechos humanos, colocando enormes expectativas “en las generaciones jóvenes y en los movimientos populares, que cada día luchan por conseguir formas de vida más humana”, algo en lo que “la Iglesia latinoamericana y caribeña los acompaña en sus sueños y en sus luchas”.
Finalmente, encomienda a Nuestra Señora de Guadalupe “a los más vulnerables de la sociedad, y las intenciones de los hombres y mujeres de este continente que hacen posible una vida más justa y digna desde el respeto de los derechos humanos y la defensa de los más pobres y vulnerables de nuestra sociedad”.
Fuente: Prensa CELAM
Bogotá, 10-12-2021