El 18 de octubre la Iglesia celebra la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND en España), marcada este año por la crisis sanitaria y económica mundial. Mientras la Humanidad atraviesa esta pandemia con sufrimientos y grandes desafíos, la Iglesia ofrece el relato de la vocación de Isaías, que responde con prontitud a la llamada del Señor: «Aquí estoy, envíame». La realidad hace entender mejor que hombres y mujeres de todo el planeta están conectados y que el papel de la Iglesia es crucial para los más necesitados en países de África, Asia y América.
Por eso, la disponiblidad es la respuesta concreta que cada bautizado ofrece comprometiéndose con el Evangelio y sosteniendo a los cerca de 11.000 misioneros españoles por el mundo. Se trata de enfrentar con honestidad la pregunta que el Señor sigue haciendo cada día: «¿A quién enviaré?».
En España tenemos en la retina a miles de niños recorriendo las calles con una hucha (alcancía) del DOMUND, recordando que no es solo «colaborar con» la misión, sino «participar» en ella con oración, tiempo y dinero. Precisamente en el mes de abril el Papa estableció un fondo especial para las Obras Misionales Pontificias a favor de las Iglesias jóvenes afectadas por la covid. Ahora, cuando las dificultades son mayores, la Iglesia apela a la generosidad de sus fieles para sostener los «Territorios de Misión», más de mil zonas del mundo que se encuentran en serias dificultades para seguir adelante por falta de medios personales y económicos. Esta jornada del DOMUND se convierte en el gran pulmón de la Iglesia diocesana, y España siempre se ha caracterizado por su generosidad. Así, nuestro país es el segundo del mundo que más colabora, aportando más de la mitad del Fondo Universal de Solidaridad. El año pasado el dinero enviado por España fue de 10,5 millones de euros, financiando así un total de 439 proyectos y beneficiando a 39 países.
Pero este año los niños no saldrán a la calle con las huchas del DOMUND, los misioneros no podrán visitar los centros educativos y los aforos de nuestras iglesias estarán reducidos. Sin embargo, las necesidades de la Iglesia en misiones se han multiplicado y más que nunca la ayuda de los fieles es indispensable para construir escuelas, parroquias, centros de salud… Porque la evangelización engloba todos los aspectos de la vida: educación, salud, justicia… En definitiva, la Iglesia quiere poner todos los medios posibles para llegar donde los gobiernos no llegan.