José María Calderón (Madrid, 1963) es el director nacional de Obras Misionales Pontificias, y aunque su vinculación misionera le ha llevado a visitar países como Cuba, Etiopía, República Dominicana y Sierra Leona, afirma que «España y, por tanto, Málaga son también tierra de misión»
La misión ¿es un lugar geográfico?
Es algo más amplio. No dejamos de pensar en territorios de misión, que dependen de la congregación para la evangelización de los pueblos y del área de misión de la Iglesia, una tercera parte del mundo. Pero no podemos reducirlo a eso. San Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora Francisco hablan de las periferias que también son misión, aquellos ambientes (cultura, pobreza, universidad, familia…) que hay que misionar ahora, porque se han descritianizado y sus valores fundamentales se han perturbado.
Este Mes Misionero ¿es para todos?
Todo bautizado, por el hecho de serlo, es misionero. Lo dice la Iglesia, y en el Concilio Vaticano II queda afirmado que la vocación cristiana es, por naturaleza, al apostolado y a la misión (AA 2). Ahora bien, el Papa lo está reforzando para que seamos conscientes de que no somos discípulos y misioneros, sino discípulos misioneros. “Eres discípulo y, por lo tanto, eres misionero”. Es un binomio inseparable. Pero cuando se convoca este mes también se quiere hacer hincapié en que toda la Iglesia sea consciente de que dijo san Juan Pablo II y que recupera Francisco: la misión está todavía en sus comienzos. A pesar de todos los años recorridos, la Iglesia sigue estando en estado de misión. Porque hay muchos hombres y mujeres que viven sin saberse amados por Dios, sin conocer a Jesús, y eso debe espolearnos a todos.
¿Qué frutos cabe esperar para una diócesis concreta de este Mes Misionero Extraordinario?
En todas las diócesis, también en Málaga, tenemos dos objetivos: hacer conscientes a todos los bautizados de que son misioneros y de que hace falta una verdadera revolución del amor, una revolución interior para llevar a Cristo a los demás; y de que, sin misioneros a su lado, los hombres y mujeres de hoy nunca se encontrarán con Cristo de forma plena y verdadera. La Iglesia sigue necesitando que los cristianos ayudemos a la misión: rezar por las vocaciones misioneras y por los misioneros que llevan su tarea, muchas veces con dificultad, y ayudar materialmente para sostenerlos. Y los jóvenes que se planteen ¿y yo, por qué no?
¿Qué claves prácticas nos ofrece para que se produzca esa conversión misionera personal?
Lo primero es la oración, dedicar ratos largos junto a Jesús, ponernos frente a frente con Dios y tomarlo como un amigo. En la medida en que estemos unidos a Cristo y vinculados a su amor, Él pondrá fuego en el corazón del hombre.
Las Prioridades Pastorales Diocesanas de Málaga ponen el foco en la renovación misionera. ¿Qué nos diría a los malagueños?
Me sale del corazón deciros que tenéis una gran suerte de tener una ciudad abierta al mundo, que recibe diariamente a muchas personas que no conocen a Cristo. El tesoro de Málaga no es sólo la playa, la riqueza patrimonial y cultural y la alegría de sus gentes, sino también la fe, el amor a Dios y a la Virgen. Y tenéis que transmitirlo allá donde os sea posible.
¿Es más difícil esa nueva evangelización?
El reto siempre está, sea el primer anuncio o el anuncio a una sociedad que ha dejado de creer. Como dice Mons. Francisco Pérez, el arzobispo de Pamplona y presidente de la Comisión Episcopal de Misiones, “no somos masa, sino levadura”, y como tal debemos estar insertos en el mundo para dar ese buen sabor de Cristo, dispuestos a dar testimonio en todos los ámbitos.
Los sacerdotes, religiosos y laicos que viven en nuestro país su apostolado ¿son misioneros?
Vienen a vivir su pastoral, su vocación concreta, pero no con la intencionalidad positiva ni el envío misionero. Su deseo es trabajar pastoralmente en España y lo hacen muy bien, pero el plus de un misionero es ser consciente de “ir de misión” y enviados por la diócesis como punta de lanza en la evangelización, no a atender labores pastorales que harían en su país. El envío implica evangelización.
¿Es España tierra de misión?
Sí lo es, en el sentido en que lo es todo país, todo espacio geográfico. Siempre habrá necesidad de evangelizar el corazón de los hombres, incluido el mío. Estamos necesitados de testimonio y ejemplo. Y España, como el mundo occidental, está cada vez más secularizado y alejado del concepto de trascendencia. En países de Asia o África no conciben que alguien pueda vivir sin Dios, ser ateo o agnóstico. Los cristianos tenemos por eso que ser cada vez más conscientes de que somos sal en este pueblo que se ha olvidado de Dios.
¿Cuál ha sido el principal valor del Congreso Nacional de Misiones que acaba de celebrarse en nuestro país?
No sé si es el principal valor, pero a mí me ha entusiasmado ver la fraternidad y la complementariedad de todas las realidades misioneras. Laicos, religiosos, sacerdotes, obispos unidos en torno a la misión. Se ha respirado el espíritu de desear salir de nosotros mismos y llevar a Cristo a los otros.
(Ana María Medina, Diócesis de Málaga - www.agenciasic.es)