CAMINEMOS JUNTOS POR UN PERU MEJOR
PARA TODOS
Los
Obispos del Perú, ante la prolongada crisis política y social, y sus efectos en
la sociedad y en la economía, manifestamos que urge tomar un camino de diálogo
fundado en los principios de unidad, paz, solidaridad y justicia, por ser las
bases sólidas y esperanzadoras de una sociedad que mira al futuro y se esfuerza
por construir el bien común, pues “los gozos y las esperanzas, las tristezas y
las angustias de los hombres de nuestro tiempo son a la vez gozos y esperanzas,
tristezas y angustias de los discípulos de Cristo. Nada hay verdaderamente
humano que no encuentre eco en su corazón” (Vaticano II, Constitución Gaudium
et spes 1).
Somos
un país de “todas las sangres”, multiétnico y pluricultural, en el cual hay
lugar para todos y a todos nos toca trabajar por una vida digna, sobre la base
de la interculturalidad, para la plena integración social, desde la realidad de
nuestra inmensa, variada y rica geografía, cuyas muchas riquezas debemos saber
administrar, priorizando las necesidades de los más empobrecidos y marginados.
En
esta lectura, que no está exenta de las formas de discriminación cultural,
étnica y socioeconómica, se vislumbra, sin embargo, una perspectiva
esperanzadora que apuesta por los procesos de integración y la construcción de
la identidad peruana, a partir del fortalecimiento de las identidades que
configuran nuestra patria.
Nos sigue conmocionando la gravedad
de los casos de corrupción; sin embargo, alientan nuestra esperanza los avances
logrados en los procesos de lucha contra ese virus social que “lo corroe todo”
(Papa Francisco). No debemos desmayar en esta tarea que permitirá revertir los
costos que ya impactan negativamente en inversiones, educación, salud y
bienestar, con mayor incidencia en los más pobres.
Con
frecuencia aparece como problemática, la relación entre la seguridad
jurídico-económica requerida por las grandes inversiones, como es el caso de la
minería, y las demandas ambientales que priorizan la agricultura y la seguridad
de las poblaciones vulnerables. Frente a esto, urge encontrar nuevos puntos de
equilibrio que tengan como objetivo el bien de todos. Por eso el Estado, las
empresas y las organizaciones sociales deben llegar a acuerdos concretos,
mediante un diálogo justo y sin violencias de ningún tipo. Los recientes casos
emblemáticos de Tía María y otros deben abordarse en esa perspectiva.
Estamos igualmente preocupados por la
Amazonía, fuente de vida que abarca dos tercios de nuestro
territorio nacional; su gran biodiversidad y los pueblos originarios que la
habitan y cuidan ejemplarmente desde tiempos inmemoriales deben ser atendidos.
En ese sentido, esperamos que el Sínodo Panamazónico, convocado por el Papa
Francisco, que se realizará en octubre del presente año y que congregará a los
obispos de los nueve países amazónicos y representantes de sus comunidades
originarias y de la Iglesia Universal, dé importantes aportes para descubrir
nuevos caminos para una ecología integral.
Con
la mirada puesta en el bicentenario ya próximo, queremos preguntar a nuestras
Autoridades: si afirmamos que amamos nuestra patria, que nos interesa la vida y
el futuro de los ciudadanos, especialmente de los más pobres;
1. ¿Seremos capaces de dar muestras de desprendimiento
político, social y económico, a fin de transitar el camino hacia el desarrollo
humano integral?
2. ¿Queremos contribuir al buen entendimiento entre los
poderes del Estado, la clase política y la sociedad civil, de modo que prime la
ética en la política, por el bien del país?
En
este sentido, queremos recordar la responsabilidad del Estado de “garantizar
cohesión, unidad y organización a la sociedad civil de la que es expresión”
(Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, 168).
Llamamos a la responsabilidad y
solidaridad de todos los actores y sectores en estos momentos cruciales que
vive el país. La Iglesia continuará caminando al lado de su pueblo, compartiendo
su destino, para lograr un Perú mejor para todos, pues la Iglesia “no puede ni
debe quedarse al margen de la lucha por la Justicia” (Cfr. Deus Caritas est 28,
Benedicto XVI).
Que Dios nuestro Padre, por la
intercesión de Santa Rosa de Lima, nos ilumine para caminar a la luz del
Evangelio como la Madre de Cristo, siempre atentos para responder a las
necesidades de los más humildes de nuestro Perú.
Lima, agosto de 2019.
Los Obispos del Perú