Managua, 8 jul (EFE).- El cardenal nicaragüense, Leopoldo Brenes, advirtió hoy al Gobierno de Nicaragua que "no es de esta forma que se construye la paz", en referencia a los ataques armados gubernamentales contra la población, que han dejado más de 310 muertos en menos de tres meses.
El reclamo de Brenes ocurrió la mañana de este domingo, cuando las ciudades de Jinotepe y Diriamba (Pacífico) eran atacadas por las "fuerzas combinadas" del Gobierno, un día después de que el presidente Daniel Ortega afirmó que continuaría "luchando por la paz".
"Celebramos esta eucaristía en este ambiente de penitencia, de tristeza, de dolor, porque (esa) no es la forma en que se construye la paz", dijo el cardenal durante la homilía en la catedral de Managua, de forma serena, pero visiblemente decepcionado.
Brenes señaló directamente a Ortega, a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y al segundo jefe de la Policía de Nicaragua, Francisco Díaz, como los responsables de la violencia que atraviesa Nicaragua desde el estallido social del 18 de abril pasado.
"Al señor presidente Daniel, a doña Rosario, al comisionado general Francisco Díaz, por favor, en nombre de Dios, en nombre de este pueblo católico presente en esta catedral, detengan esta acción, que va a llevar más dolor y tristeza. Quiérase o no, esta situación carga sobre sus hombres, familias, y toda la triste Nicaragua", señaló el cardenal.
En su aparición pública de ayer sábado, Ortega mostró su rechazo a "aquellos que lanzan maldiciones y nos sentencian a muerte en nombre de instituciones religiosas".
El purpurado fue sutil en su respuesta, al decir que "muchas veces nos puede pasar a nosotros desde la predicación que hoy en el nombre del señor se sigue haciendo, nos quedamos en la parte humana (de Cristo) sin descubrir la grandeza de la divinidad, que nos invita a proteger la vida, a defender la vida con acciones, no de palabras".
El cardenal recordó que los más de 300 muertos, sean policías o civiles, "arrastran" a más de 300 madres, o esposas, con sus hijos, familiares y vecinos, que "hoy podríamos lanzar ese grito: ni un muerto más, porque un nicaragüense, sea de la tendencia que sea, no tenemos derecho de quitarle la vida".
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) han responsabilizado al Gobierno nicaragüense de graves violaciones a los derechos humanos.
Entre las violaciones destacan "asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias cometidos en contra de la población mayoritariamente joven del país", según la CIDH, y que el Gobierno de Nicaragua ha rechazado.
Nicaragua atraviesa la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980, con Ortega también como presidente.
Los nicaragüenses esperan superar la crisis en un diálogo nacional entre el Gobierno y la Alianza Cívica que representa a la población, previsto a reiniciar el próximo lunes, con la mediación del Episcopado, uno de los gremios que más agresiones ha sufrido del oficialismo.
Las protestas contra el Gobierno comenzaron el 18 de abril por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra. EFE
El reclamo de Brenes ocurrió la mañana de este domingo, cuando las ciudades de Jinotepe y Diriamba (Pacífico) eran atacadas por las "fuerzas combinadas" del Gobierno, un día después de que el presidente Daniel Ortega afirmó que continuaría "luchando por la paz".
"Celebramos esta eucaristía en este ambiente de penitencia, de tristeza, de dolor, porque (esa) no es la forma en que se construye la paz", dijo el cardenal durante la homilía en la catedral de Managua, de forma serena, pero visiblemente decepcionado.
Brenes señaló directamente a Ortega, a su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, y al segundo jefe de la Policía de Nicaragua, Francisco Díaz, como los responsables de la violencia que atraviesa Nicaragua desde el estallido social del 18 de abril pasado.
"Al señor presidente Daniel, a doña Rosario, al comisionado general Francisco Díaz, por favor, en nombre de Dios, en nombre de este pueblo católico presente en esta catedral, detengan esta acción, que va a llevar más dolor y tristeza. Quiérase o no, esta situación carga sobre sus hombres, familias, y toda la triste Nicaragua", señaló el cardenal.
En su aparición pública de ayer sábado, Ortega mostró su rechazo a "aquellos que lanzan maldiciones y nos sentencian a muerte en nombre de instituciones religiosas".
El purpurado fue sutil en su respuesta, al decir que "muchas veces nos puede pasar a nosotros desde la predicación que hoy en el nombre del señor se sigue haciendo, nos quedamos en la parte humana (de Cristo) sin descubrir la grandeza de la divinidad, que nos invita a proteger la vida, a defender la vida con acciones, no de palabras".
El cardenal recordó que los más de 300 muertos, sean policías o civiles, "arrastran" a más de 300 madres, o esposas, con sus hijos, familiares y vecinos, que "hoy podríamos lanzar ese grito: ni un muerto más, porque un nicaragüense, sea de la tendencia que sea, no tenemos derecho de quitarle la vida".
Tanto la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), como la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Oacnudh) han responsabilizado al Gobierno nicaragüense de graves violaciones a los derechos humanos.
Entre las violaciones destacan "asesinatos, ejecuciones extrajudiciales, malos tratos, posibles actos de tortura y detenciones arbitrarias cometidos en contra de la población mayoritariamente joven del país", según la CIDH, y que el Gobierno de Nicaragua ha rechazado.
Nicaragua atraviesa la crisis sociopolítica más sangrienta desde la década de 1980, con Ortega también como presidente.
Los nicaragüenses esperan superar la crisis en un diálogo nacional entre el Gobierno y la Alianza Cívica que representa a la población, previsto a reiniciar el próximo lunes, con la mediación del Episcopado, uno de los gremios que más agresiones ha sufrido del oficialismo.
Las protestas contra el Gobierno comenzaron el 18 de abril por unas fallidas reformas a la seguridad social y se convirtieron en un reclamo que pide la renuncia del mandatario, después de once años en el poder, con acusaciones de abuso y corrupción en su contra. EFE