Hace un mes el Papa Francisco envió un mensaje al Pueblo Peruano anunciando que visitaba proximamente el Perú. En este breve mensaje recordaba que el Perú tiene grandes santos, o como dijo exactamente el Santo Padre, "Santos que han marcado la historia del Perú y de toda Sudamérica. Santos que han trabajado por la Unidad".
Una invitación hecha de modo espontáneo pero que viene de un religioso que conoce bien "su tierra", y su tierra no es sólo Argentina sino América Latina. Cuando Francisco dice trabajar por la Unidad sabe bien que si el Perú vive bendecido por sus Santos, no vive unido por su gente. El pueblo peruano es y será muy católico, quiere al Papa y a la Iglesia, pero no práctica coherentemente la Unidad que ahora nos pide el Papa.
Decimos y cantamos que somos unidos pero distinguimos a costeños, serranos y gente de la selva. Pueden juntarse los jóvenes en la Universidad, pero en la calle es muy diferente el provinciano y el dueño de la capital que presta sus calles y tiendas para que muchos otros paseen y se diviertan.
Cantamos a todo pulmón que somos libres y seamoslo siempre, sobre todo ahora que vamos al mundial, pero no distinguimos entre la corrupción política y la coima para acelerar cualquier trámite. El Papa encontrará un Perú muy diferente al que muchas veces ofrecemos en las agencias de turismo.
Un personaje como Francisco, claro, espontáneo y astuto, no esperará que los obispos le hagan cambiar de opinión sobre el compromiso de los cristianos en este país. Es verdad que en algunos aspectos somos únicos en el mundo, no sólo por la variedad de climas o la cantidad de tipos de platos que nos han ya hechos famosos en el mundo culinario; lo digo también porque nuestra iglesia católica es variada y diferenciada.
El Perú ha visto nacer autores de la teología de la liberación y los cursos de verano de la Universidad Católica del Perú han formado catequistas y líderes que ahora viven y trabajan comprometidos en los rincones más alejados del país, en una coherente opción por los pobres; pero al mismo tiempo la iglesia en el Perú ha formado movimientos eclesiales cerrados o para gente seleccionada. No es el momento de discutir el modo y el porqué de esa selección, puede ser que la buena intención de aumentar el número de los miembros de todos estos institutos de vida cristiana haya estropeado el modo real de considerar al verdadero joven cristiano y quitarle esa libertad de los hijos de Dios hasta el límite de maltratarlo para poder "formar" jóvenes fuertes en una decisión ya tomada. Aquí, en este punto es dónde insiste el Papa, vivir en la Unidad, pero Unidad real de una iglesia sin divisiones, esto es, recoger las enseñanzas que el mismo Francisco nos entrega y dejar los viejos clichés de una iglesia superada ya hace tiempo.
Unidad que se debe reflejar en esa "Iglesia en Salida" predicada por Francisco, dejar tradicionalismo obsoletos por un compromiso real con lo social y político en muchos casos, dejar costumbres cómodas por un riesgo de la impopularidad conscientes de hacer lo justo, dejar la ignorancia del que sabe todo por el interés de aprender incluso del mismo campesino, extranjero o provinciano que llega hasta mi mismo mundo para poder crecer juntos en un nuevo Perú.
Este viaje del Papa a Perú no será un viaje de bonitas fotos para el mundo, sino un mensaje a la conciencia de mucha gente que en el mundo cree que los peruanos son los mejores anfitriones del mundo para acoger a un extranjero, para acoger un Papa y para dar un ejemplo de Unidad, real.
Carlos Espinoza
Una invitación hecha de modo espontáneo pero que viene de un religioso que conoce bien "su tierra", y su tierra no es sólo Argentina sino América Latina. Cuando Francisco dice trabajar por la Unidad sabe bien que si el Perú vive bendecido por sus Santos, no vive unido por su gente. El pueblo peruano es y será muy católico, quiere al Papa y a la Iglesia, pero no práctica coherentemente la Unidad que ahora nos pide el Papa.
Decimos y cantamos que somos unidos pero distinguimos a costeños, serranos y gente de la selva. Pueden juntarse los jóvenes en la Universidad, pero en la calle es muy diferente el provinciano y el dueño de la capital que presta sus calles y tiendas para que muchos otros paseen y se diviertan.
Cantamos a todo pulmón que somos libres y seamoslo siempre, sobre todo ahora que vamos al mundial, pero no distinguimos entre la corrupción política y la coima para acelerar cualquier trámite. El Papa encontrará un Perú muy diferente al que muchas veces ofrecemos en las agencias de turismo.
Un personaje como Francisco, claro, espontáneo y astuto, no esperará que los obispos le hagan cambiar de opinión sobre el compromiso de los cristianos en este país. Es verdad que en algunos aspectos somos únicos en el mundo, no sólo por la variedad de climas o la cantidad de tipos de platos que nos han ya hechos famosos en el mundo culinario; lo digo también porque nuestra iglesia católica es variada y diferenciada.
El Perú ha visto nacer autores de la teología de la liberación y los cursos de verano de la Universidad Católica del Perú han formado catequistas y líderes que ahora viven y trabajan comprometidos en los rincones más alejados del país, en una coherente opción por los pobres; pero al mismo tiempo la iglesia en el Perú ha formado movimientos eclesiales cerrados o para gente seleccionada. No es el momento de discutir el modo y el porqué de esa selección, puede ser que la buena intención de aumentar el número de los miembros de todos estos institutos de vida cristiana haya estropeado el modo real de considerar al verdadero joven cristiano y quitarle esa libertad de los hijos de Dios hasta el límite de maltratarlo para poder "formar" jóvenes fuertes en una decisión ya tomada. Aquí, en este punto es dónde insiste el Papa, vivir en la Unidad, pero Unidad real de una iglesia sin divisiones, esto es, recoger las enseñanzas que el mismo Francisco nos entrega y dejar los viejos clichés de una iglesia superada ya hace tiempo.
Unidad que se debe reflejar en esa "Iglesia en Salida" predicada por Francisco, dejar tradicionalismo obsoletos por un compromiso real con lo social y político en muchos casos, dejar costumbres cómodas por un riesgo de la impopularidad conscientes de hacer lo justo, dejar la ignorancia del que sabe todo por el interés de aprender incluso del mismo campesino, extranjero o provinciano que llega hasta mi mismo mundo para poder crecer juntos en un nuevo Perú.
Este viaje del Papa a Perú no será un viaje de bonitas fotos para el mundo, sino un mensaje a la conciencia de mucha gente que en el mundo cree que los peruanos son los mejores anfitriones del mundo para acoger a un extranjero, para acoger un Papa y para dar un ejemplo de Unidad, real.
Carlos Espinoza