El Papa Francisco está volando hacia Chile y Perú, un viaje considerado difícil por los "Vaticanistas" o periodistas especializados en el tema "Vaticano".
La enorme cantidad de artículos con opiniones y deseos sobre este viaje a Sudamérica del Santo Padre argentino es impresionante. El fenómeno "Francisco", como se suele llamar al efecto que causa una actividad particular del actual Papa, aparece inmediatamente en este caso. Muchos lo seguirán para confirmar sus opiniones y otros para relatar algún detalle significativo di un hecho singular; de todos modos el mensaje del Papa será noticia en muchos países.
Decir que Francisco no encontrará el mismo Chile que encontró Juan Pablo II al tiempo de Pinochet no es novedad, pero el sentimiento del pueblo chileno que no acepta sin criticar la autoridad eclesiástica de sus propios obispos ha ocupado espacio en muchos diarios. ¿Culpa del mal ejemplo, culpa de los pedófilos o pederastas, culpa de la falta de convivencia con las periferias abandonadas desde hace tiempo? No podemos definirlo sin pruebas claras y controladas; en este caso los números no son una prueba porque América Latina siempre se ha definido cristiana pero nunca practicante al cien por ciento.
Mientras que algunos se empeñan en repetir que los misioneros están siendo sustituidos por agentes de pastoral autóctonos o que determinados movimientos protestantes o animistas parecen adquirir fuerza y presencia social. Los católicos se dan cuentan que en algunos países como en Chile algo ha cambiado bastante en los últimos años.
Si debo ser honesto, tendría que preguntar a un chileno cómo ven los chilenos a la Iglesia Católica, para poder luego comentar. Para ello he escogido a Fernando Montes, sacerdote jesuita, exrector de la Universidad Alberto Hurtado y provincial de Chile, quien en una entrevista con La Nación ha dicho: "La Iglesia católica, y en particular su jerarquía, jugó un rol muy importante en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura. Al terminar esta, la Iglesia era la institución más respetada en el país, con más de un 80% de aprobación. Hoy es una de las menos reconocidas en América Latina".
El porqué de este cambio lo señala Montes con tres factores: la introducción acelerada de la modernidad o posmodernidad, que cambia el rol de la religión; el bajo liderazgo de una jerarquía menos social y con una preocupación preferente de los nuevos obispos por los problemas de ética sexual y familiar; y, finalmente, los abusos del clero ampliamente difundidos por la prensa.
Desde afuera, sin embargo, gracias al testimonio de muchos misioneros que trabajan en Chile sabemos que aunque hay una fe popular fuerte, las encuestas muestran un muy bajo aprecio por la Iglesia y disminuyen fuertemente los que se declaran católicos, sobre todo los jóvenes.
Falta liderazgo en la Iglesia, falta un diálogo con la opinión pública. Si hay clero joven, éste es en general más conservador y el pueblo creyente reclama más participación de los laicos, en particular de la mujer.
Creo que en este viaje a Chile, no tenemos que adoptar sólo una actitud crítica para escuchar lo que dirá el Papa al pueblo chileno sino recordar lo que yá en su preparación, en el video que grabó pocos días antes del viaje anunció: "Voy hacia ustedes como peregrino de la alegría del Evangelio, para compartir con todos ‘la paz del Señor’ y ‘confirmarlos en una misma esperanza’. Paz y esperanza, compartidas entre todos”.
Por esta razón todos estamos invitados a vivir el evento de la presencia de Francisco con esa "Esperanza" que en América Latina sí que es diferente, porque si en algún momento histórico fuimos la periferia del mundo, desde la fe de nuestra gente, pobre y humilde, seguimos siendo el "continente de la Esperanza".
Carlos Espinoza
La enorme cantidad de artículos con opiniones y deseos sobre este viaje a Sudamérica del Santo Padre argentino es impresionante. El fenómeno "Francisco", como se suele llamar al efecto que causa una actividad particular del actual Papa, aparece inmediatamente en este caso. Muchos lo seguirán para confirmar sus opiniones y otros para relatar algún detalle significativo di un hecho singular; de todos modos el mensaje del Papa será noticia en muchos países.
Decir que Francisco no encontrará el mismo Chile que encontró Juan Pablo II al tiempo de Pinochet no es novedad, pero el sentimiento del pueblo chileno que no acepta sin criticar la autoridad eclesiástica de sus propios obispos ha ocupado espacio en muchos diarios. ¿Culpa del mal ejemplo, culpa de los pedófilos o pederastas, culpa de la falta de convivencia con las periferias abandonadas desde hace tiempo? No podemos definirlo sin pruebas claras y controladas; en este caso los números no son una prueba porque América Latina siempre se ha definido cristiana pero nunca practicante al cien por ciento.
Mientras que algunos se empeñan en repetir que los misioneros están siendo sustituidos por agentes de pastoral autóctonos o que determinados movimientos protestantes o animistas parecen adquirir fuerza y presencia social. Los católicos se dan cuentan que en algunos países como en Chile algo ha cambiado bastante en los últimos años.
Si debo ser honesto, tendría que preguntar a un chileno cómo ven los chilenos a la Iglesia Católica, para poder luego comentar. Para ello he escogido a Fernando Montes, sacerdote jesuita, exrector de la Universidad Alberto Hurtado y provincial de Chile, quien en una entrevista con La Nación ha dicho: "La Iglesia católica, y en particular su jerarquía, jugó un rol muy importante en la defensa de los derechos humanos durante la dictadura. Al terminar esta, la Iglesia era la institución más respetada en el país, con más de un 80% de aprobación. Hoy es una de las menos reconocidas en América Latina".
El porqué de este cambio lo señala Montes con tres factores: la introducción acelerada de la modernidad o posmodernidad, que cambia el rol de la religión; el bajo liderazgo de una jerarquía menos social y con una preocupación preferente de los nuevos obispos por los problemas de ética sexual y familiar; y, finalmente, los abusos del clero ampliamente difundidos por la prensa.
Desde afuera, sin embargo, gracias al testimonio de muchos misioneros que trabajan en Chile sabemos que aunque hay una fe popular fuerte, las encuestas muestran un muy bajo aprecio por la Iglesia y disminuyen fuertemente los que se declaran católicos, sobre todo los jóvenes.
Falta liderazgo en la Iglesia, falta un diálogo con la opinión pública. Si hay clero joven, éste es en general más conservador y el pueblo creyente reclama más participación de los laicos, en particular de la mujer.
Creo que en este viaje a Chile, no tenemos que adoptar sólo una actitud crítica para escuchar lo que dirá el Papa al pueblo chileno sino recordar lo que yá en su preparación, en el video que grabó pocos días antes del viaje anunció: "Voy hacia ustedes como peregrino de la alegría del Evangelio, para compartir con todos ‘la paz del Señor’ y ‘confirmarlos en una misma esperanza’. Paz y esperanza, compartidas entre todos”.
Por esta razón todos estamos invitados a vivir el evento de la presencia de Francisco con esa "Esperanza" que en América Latina sí que es diferente, porque si en algún momento histórico fuimos la periferia del mundo, desde la fe de nuestra gente, pobre y humilde, seguimos siendo el "continente de la Esperanza".
Carlos Espinoza