¿Por qué los obispos latinoamericanos, ni como pastores de sus diócesis, ni como conferencias, han dado una orientación particular a su gente sobre la posibilidad abierta por Amoris laetitia para que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar en misa? El Papa entregó a ellos la confección de las especificaciones regionales de aplicación de la exhortación apostólica. Solo podemos suponer que hay una razón poderosa para que hasta ahora los obispos prácticamente no se hayan pronunciado sobre el tema.
Los obispos malteses sí han dado una orientación.
La pregunta que planteo es similar a la que muchos católicos se hacen: “¿en qué quedó lo de la comunión a los divorciados, se sabe algo?”. Los sínodos sobre la familia fueron despertando interés poco a poco. Las personas se fueron informando por la prensa. Muchos no supieron nada por parte de sus diócesis o parroquias de las 39 preguntas que el Papa planteó para trabajar los temas más relevantes. Tampoco los medios de comunicación –unos por agnósticos, otros por conservadores- informaron suficientemente. Esto así, los católicos más comprometidos y, por cierto, aquellos que no pueden participar plenamente en la eucaristía, constatan otra vez que se los considera poco.
¿Qué ha ocurrido en otras regiones del mundo? Entiendo que algún obispo norteamericano ofreció unas recomendaciones para que los católicos, cumplidas las exigencias de Amoris laetitia, se acercaran a comulgar; pero también que otro sacó un documento en contrario. No he sabido que los alemanes hayan publicado nada. Su contribución en el sínodo fue extraordinaria. ¿Y España? Los obispos de Malta, obispos de Malta, en cambio, han redactado un documento notable. Ayudará ciertamente a sus fieles.
No entiendo por qué este silencio. El Papa también necesita ayuda. Francisco tiene una oposición impresionante de parte de sus propios colaboradores. Cuatro cardenales, y otros católicos tras ellos, han emplazado a Francisco, sugiriendo que con Amoris laetitia se apartó de la ortodoxia. ¿Y los demás cardenales qué piensan? El sínodo aprobó el documento base de Amoris laetitia por más de dos tercios de los votos, es cierto. Pero ha quedado pendiente explicarle a los católicos cómo han de entenderlo en sus respectivas regiones.
Puedo entender que los obispos latinoamericanos no entren en polémica con el cardenal Burke y los demás prelados, contra el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe y las otras autoridades de la curia contrarias al Papa. Pero, si hay obispos de acuerdo con Francisco, ¿por qué no los apoyan en la aplicación del documento, sobre todo cuando lo principal en juego es orientar al Pueblo de Dios? Son muchos los católicos que tienen la sensación de abandono.
Si, como resultado del proceso de discernimiento, emprendido con ‘humildad, reserva, amor a la Iglesia y a su enseñanza, en la búsqueda sincera de la voluntad de Dios y con el deseo de alcanzar una respuesta a ella más perfecta” (AL 300), una persona separada o divorciada que vive en una relación consigue con clara e informada conciencia, reconocer y creer que ella o él están en paz con Dios, ella o él no pueden ser impedidos de participar de los sacramentos de la reconciliación o eucaristía (cf. AL, notas 336 y 351).
Mientras no haya pronunciamientos de los obispos latinoamericanos, este documento, y este párrafo, pueden servir para muchas iglesias de América Latina; y, quién sabe, si para otras iglesias del mundo también.
Jorge Costadoat, SJ
(www.reflexionyliberacion.cl)