"Hay que meterle un poco de 'rock and roll' a la comunicación vaticana", Entrevista/ Paloma García Ovejero, nueva viceportavoz del Papa
Los veteranos vaticanistas, esa peculiar fauna de periodistas especializados en cubrir la información de la Santa Sede, recuerdan muy bien a sor Giovanna. Era una monja italiana de carácter difícil y edad muy venerable, según dejaban entrever los mechones canosos que se le escapaban por debajo de la toca. Trabajaba hasta hace sólo unos años en la oficina de prensa vaticana, era de armas tomar y, sobre todo, el símbolo del caduco concepto que la Santa Sede tenía de la comunicación. Francisco, empeñado como está en poner patas arriba un sinfín de cosas en la Santa Sede, ha decidido también darle un giro copernicano a ese área fundamental. Desde el pasado lunes, y por primera vez en la historia, una mujer (laica, joven y española, para más señas), es la número dos de la oficina de prensa vaticana, la viceportavoz del Papa. Se llama Paloma García Ovejero, tiene 40 años y es una acreditada periodista que hasta su nombramiento ejercía como corresponsal en Roma de la Cope, la radio de la conferencia episcopal española, que sonríe siempre, que se mueve en Twitter y las redes sociales como pez en el agua y que el lunes se presentó ante el Papa con un colorido vestido, en las antípodas de lo monjil.
- Diga la verdad: ¿se sorprendió cuando le pidieron que se convirtiera en la número dos de la comunicación de la Santa Sede?
- Claro que me sorprendí. Muchísimo. No me lo esperaba en absoluto.
- Y ¿cómo fue, cómo se lo dijeron?
- Yo acababa de hacer un directo para la Cope y sonó mi móvil. En la pantalla apareció el mensaje 'número oculto', lo que en Italia es un indicativo de que podía tratarse de algo importante. Respondí y al otro lado de la línea alguien dijo: "¿Paloma García Ovejero? Soy el secretario de Monseñor Becciu (el número tres de la Secretaria de Estado vaticana). ¿Está usted en Roma? ¿Puede pasar por la oficina de monseñor dentro de cinco minutos?". Yo vivo muy cerca del Vaticano, pero en cinco minutos no podía llegar ni de broma, ni aunque me tirara por la ventana, lo que no deja de ser un indicio de que hay cosas en el Vaticano que deben de cambiar. Pero a los 20 minutos sí que estaba allí. Monseñor Becciu me dijo entonces que tenía una petición que hacerme de parte del Papa. "¿¿¿Del Papa???", pregunté yo. Y dije inmediatamente que sí, que aceptaba fuera lo que fuera.
- ¿Quiere decir que aceptó a ciegas, sin saber qué le proponían?
- Eso es. Haría lo que me pidiera el Papa, fuera lo que fuera. Si el Papa me pide que friegue los suelos del Vaticano o que ponga la bandera vaticana en el Polo Norte, lo haría sin dudarlo un segundo. De hecho, ya me tomaba como un servicio a la Iglesia mi trabajo como periodista de la Cope, la radio de los obispos españoles. Ahora se trata sólo de cambiar de sombrero, de seguir prestando servicio desde otro lado. Considero a la Iglesia como mi madre, y a mí lo único que me importa es poder estar activa en la Iglesia, de un modo o de otro pero activa.
- ¿Pero de verdad, de verdad no se imaginaba que podían nombrarla vicedirectora de la oficina de prensa vaticana? Pensaba que la habrían tanteado antes de algún modo...
- Nooooo... Sí es verdad que hace algunas semanas una persona me pidió mi currículum. Pero yo pensaba que era porque en el área de prensa necesitaban a alguien que hablara bien español. Y me pareció algo lógico que pensaran en mí: soy de la Cope, soy de confianza... Creía que me iban a pedir algo relacionado con el idioma, nada más. No podía imaginarme que habían pensado en una mujer, laica y periodista para un puesto que hasta ahora tenía otro perfil.
- Y cuando se enteró de que iba a ser la viceportavoz del Papa, ¿sintió vértigo?
- En el momento me temblaron las rodillas, pero no tuve miedo. Se me hizo un nudo en el estómago, eso sí, pero era sobre todo por el sentido de responsabilidad, y ese nudo aún no se me ha quitado. Extrañamente estoy tranquilísima, en ningún momento he perdido la paz y la alegría. Lo que sí me ha costado un par de lagrimitas es guardar el micrófono y apagar la radio. Pero es un hasta luego, yo no dejo de ser periodista. El Papa me ha pedido literalmente que le eche una mano con la oficina de prensa del vaticano. Y en el futuro, cuando el Papa cambie o me cambien a mí, lo dejaré y volveré a ponerme el otro sombrero.
- ¿Es necesario ser creyente para trabajar en la oficina de prensa del vaticano?
- Sí, creo que es necesario estar en sintonía y comunión con el Papa. Otra cosa es ser periodista: he conocido a magníficos periodistas que cubren la información vaticana sin ser creyentes. Pero sin ser creyentes, y según mi experiencia, los grandes maestros del periodismo son todos ellos buenas personas y grandes curiosos que buscan la verdad. El mensaje del Papa yo creo que no apela a la inteligencia ni a la lógica racional. Nosotros 'vendemos' un acontecimiento: la muerte y resurrección de Cristo. Y para transmitir eso necesitas haberlo experimentado en tu propia vida. Si no, es muy difícil transmitir la fe. Para poder ser transmisores del mensaje del Papa desde dentro creo que sí, que es necesario ser creyente. Y yo creo que la verdad es Cristo.
- ¿Y nunca ha tenido dudas? ¿Nunca se ha tambaleado su fe? Muchos creyentes, incluidos Papas y cardenales, admiten haber tenido crisis de ese tipo...
- Claro que he tenido dudas, todas las que se le ocurran. Y supongo que las seguiré teniendo. Pero hay cosas que no dependen de esas dudas, que existen más allá de mis circunstancias personales. Y en ese sentido yo tengo muy claro que Dios es bueno, que es mi padre y que su amor es infinito. Las crisis son las que hoy me permiten decir que eso es verdad, que a mí no me han contado un cuento ni me han lavado el cerebro.
- Habiendo trabajado como lo ha hecho al otro lado supongo que sabe bien que tiene por delante un arduo trabajo. Encargarse de comunicar información vaticana es una tarea muy dura...
- ¡Es una tarea imposible! Pero yo no he buscado este trabajo. Me lo ha confiado Dios a través del Papa, así que el problema es fundamentalmente de ellos, que me tienen que dar las fuerzas necesarias para poder llevarlo a cabo. Cuando mis padres se enteraron de mi nombramiento me dijeron: "Sé amable y humilde con todo el mundo, el resto lo hace Dios". Creo que tienen razón, así que eso es exactamente lo que haré.
- En los últimos años la Iglesia ha sufrido numerosos escándalos: el de los sacerdotes pederastas, los dos Vatileaks, el del Banco Vaticano, las filtraciones sobre la vida de lujo y boato de algunos de sus más altos representantes... Realmente le va a costar vender el Vaticano...
- Yo no sé los escándalos que me va a tocar afrontar, serán cosas que seguramente no nos imaginamos. Pero, por otro lado, tenemos el mejor mensaje que podemos darle a cualquier persona. Un mensaje tan sencillo y rotundo como que el amor de Dios es tan infinito y total que por eso nos mandó a su hijo a sacrificarse en la cruz por nosotros.
- Pero ya sabe usted que el mensaje que más pesa no es ese, sino el de los escándalos...
- Admito que en ocasiones la Iglesia se ha desviado del Evangelio, y por eso precisamente ha dado pie a titulares que a mí y a muchos como yo no nos gustan nada. Pero los periodistas también sabemos que las buenas noticias no son noticias. Por eso las principales noticias de la Iglesia son los pecados de la Iglesia.
- Usted es la primera mujer que ocupa el cargo de vicedirectora de la oficina de prensa vaticana. ¿Qué se siente haciendo historia?
- No quiero ni pronunciar esa palabra... No, yo no hago historia. Historia la hacen los que salvan a los refugiados en el mar, las madres que sacan adelante a sus familias en medio de las dificultades, los que promueven activamente la paz, los que renuncian a cosas para ayudar a los otros...
- ¿Pero por qué cree que la han elegido precisamente a usted para ese cargo?
- Yo creo que hay tres razones objetivas que han podido influir. En primer lugar, el que el español sea mi lengua materna. Sólo hay que echar un vistazo a la cuenta de Twitter del Papa para darse cuenta de que la mayoría de sus seguidores hablan esa lengua. En segundo lugar, creo que ha contado el hecho de que sea periodista. Porque gracias a eso sé perfectamente las carencias y posibles mejoras de la oficina de prensa del vaticano. Y, por último, creo que también ha pesado el que yo de alguna manera fuera ya una trabajadora de la Iglesia como empleada de la Cope, la radio de los obispos españoles. Pero el verdadero motivo de mi nombramiento lo desconozco. Cuando el Papa nos recibió el lunes pasado a Greg Burke (nuevo portavoz de la Santa Sede) y a mí después de que se anunciara nuestro nombramiento, nos dijo que no había elegido a los mejores, sino a los que pensaba que podían hacer bien esta tarea en concreto. Me quedo con eso.
- Usted conoce muy bien como periodista la llamada Sala Stampa, la oficina de prensa vaticana. ¿Qué cosas cambiaría?
- Sobre todo, el ritmo. La Sala Stampa es una maquinaria que funciona muy bien, y ahora que le he visto las tripas lo sé. Pero es un reloj que va despacito, hay que meterle un poco de rock and roll.
- Si no me equivoco, la oficina de prensa vaticana cierra a las 15.00 horas...
- Ahora en verano, a las 14.00. La oficina de prensa vaticana fue diseñada cuando no existían Internet ni los móviles, cuando cada ordenador pesaba una tonelada. Hoy casi todo se puede hacer a distancia, pero la comunicación necesita más que nunca rostros.
- Supongo que su nombramiento como vicedirectora de la oficina de prensa vaticana y el del estadounidense Greg Burke como director no habrán sido bien digeridos por los italianos, habituados como están a que el Vaticano sea un poco su territorio...
- Uno de los objetivos de estos nombramientos es hacer más internacional la oficina de prensa vaticana. La Iglesia es universal y el 90% del mundo habla inglés o español. El italiano es un poco nuestro esperanto, lo que nos permite hablar en la misma lengua con japoneses, chinos, rusos... Y lo seguirá siendo.
- Mujer, joven, laica... ¿Está transmitiendo el Papa Francisco un mensaje con su nombramiento?
- A mí me gusta pensar que el hecho de ser mujer no ha influido en mi nombramiento. En la sociedad los hombres y las mujeres estamos al 50%, así que no entiendo por qué no va a ser así en la oficina de prensa vaticana.
- ¿Quiere decir que está a favor de la paridad?
- No es un discurso de paridad, sino de normalidad y de naturalidad. Los porcentajes son lo de menos. Lo importante es que el candidato pueda ser hombre o mujer y se elija por criterios profesionales, no de género.
- ¿Pero en su caso concreto cree que el ser mujer ha contado?
- Me gustaría que no. Me gustaría que ninguna mujer fuera elegida para un puesto de trabajo por ser mujer, como tampoco me gustaría que fuera despedida por ser mujer.
- ¿Y cómo se siente una mujer en un mundo tan masculino como el de la Santa Sede, donde los hombres copan los puestos de poder y las mujeres se ven relegadas a posiciones secundarias?
- La jefa de la Iglesia es una mujer: la virgen María. Las primeras en anunciar la resurrección de Cristo fueron las mujeres que encontraron su tumba vacía. La Iglesia está llena de mujeres gigantescas. Lo único que no podemos ser las mujeres es sacerdotes. Fue Jesucristo el que tomó esa decisión, tendría que preguntarle a él el por qué. Pero excepto ser sacerdotes podemos hacer todo lo demás, y de hecho el Papa Francisco nos pide que lo hagamos.
- Pero el hecho de no poder ser ordenadas sacerdotes cierra a las mujeres el acceso a los puestos de poder: los Papas son hombres, los cardenales son hombres, los obispos son hombres, los sacerdotes son hombres...
- Depende de cómo se interprete lo que es el poder. Los cardenales llevan la birreta roja porque están dispuestos a dar su sangre por el Papa, quien a su vez es el vicario de Cristo en la tierra. Estamos todos al servicio del mismo jefe: Jesucristo. Y le recuerdo que los Evangelios dicen que los últimos serán los primeros.
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