Centroamérica y el desafío de la corrupción

La Habana (PL) - En Centroamérica los gobiernos, las economías, las instituciones públicas, las sociedades y las empresas comparten como desafío común la corrupción, un flagelo que se infiltra de mil maneras en la vida de los ciudadanos.

La reiterada metáfora del pulpo y sus tentáculos para referirse a este fenómeno nunca fue más útil para describir la situación que vive la región en la actualidad. Desde lo más alto de la escala social y hasta las bases, la corrupción está presente y sistematiza un modus operandi confuso que la trastoca en el aceite que mueve mecanismos oxidados por la burocracia.

 Como botón de muestra basta decir que en los últimos 20 años, 32 presidentes centroamericanos fueron denunciados por esa causa, según la publicación Estrategia & Negocios.

 Sin embargo, todos los países de la región no están en la misma situación.


 Por ejemplo, la realidad de Honduras y Guatemala es muy diferente a la de otros vecinos.

 Desde hace meses ambas naciones son escenarios de intensas manifestaciones anticorrupción en las cuales se exige la salida de los presidentes Juan Orlando Hernández y Otto Pérez Molina, respectivamente.

 En Guatemala, un escándalo le costó en mayo el puesto a la ahora exvicepresidenta Roxana Baldetti, acusada de recibir fondos ilícitos.

 El mismo caso obligó a Molina a disculparse públicamente ante el país, mientras las voces que exigen su renuncia elevan cada día más el tono.

 Pero el fenómeno va más allá.

 Según el Instituto Centroamericano de Estudios Fiscales (Icefi), dos mil 700 millones de dólares del presupuesto público de 2015 en Guatemala son "vulnerables a la corrupción".

 La cifra representaría un 29 por ciento del total de los recursos asignados por vía presupuestaria a los gastos en inversión pública, compra de insumos médicos, alimenticios, publicidad gubernamental, arrendamiento, armas, combustible y fideicomisos.

 En Honduras, el destape en abril del desfalco de los fondos del Instituto de Seguridad Social generó una matriz de opinión muy negativa al Gobierno.

 Los montos sustraídos salpicaron diferentes bolsillos y una parte de ellos terminaron en las arcas del gobernante Partido Nacional, organización que los utilizó para el proceso electoral que llevó a Hernández a la Casa Presidencial en 2013.

 Los Indignados -como se conoce allí al movimiento ciudadano que encabeza las protestas anticorrupción- no cesan de pedir la salida del jefe de Estado, quien invitó a todos los sectores a un diálogo político en un intento por paliar el descontento.

 Transparencia Internacional calificó al país como uno de los más corruptos del continente, mientras que a nivel global lo ubicó en el último tercio de naciones menos transparente del planeta.

 En Panamá, escándalos y acusaciones apuntan a la administración del expresidente Ricardo Martinelli (2009-2014).

 La justicia investiga a 14 de los 28 miembros del anterior gabinete por la ejecución de contratos millonarios a través del Programa Nacional de Ayuda, entre otras cuestiones, lo que es considerado delito de daños patrimonial al Estado.

 POLÍTICA Y MÁS

Sin embargo, restringir la cuestión a un asunto exclusivo de la política es, cuando menos, un ingenuo error.

 Icefi advirtió que los altos índices de corrupción y la lenta implementación de reformas fiscales podrían frenar el crecimiento económico de la región.

 Por cada cinco puntos que empeora la percepción de ese flagelo en Centroamérica, la inversión extranjera directa cae 6,6 por ciento, reveló Estrategia & Negocios.

 Esta situación -señaló Icefi- incide de manera directa en las posibilidades de bienestar de la población, sobre todo de los más vulnerables, a la vez que ataca la función de instituciones públicas y otras entidades.

 Salud, educación, derechos humanos, vivienda y alimentación, por solo mencionar algunas áreas, sufren los embates de esta pésima realidad.

 Los Estados -advirtió Icefi- deben dedicar esfuerzos para elevar la transparencia y aumentar la rendición de cuentas, elementos esenciales para combatir el fenómeno.

 Entender y erradicar la corrupción es un reto complejo, ya que por su naturaleza oculta y opaca es difícil evidenciarla y sancionarla: se trata de prácticas que transitan en los linderos más oscuros del comportamiento humano, aseveró esa institución.

 Las legislaciones desactualizadas, la frágil institucionalidad, los problemas con el acceso a la información pública, la pobre participación ciudadana, los conflictos de interés y la impunidad son catalizadores de la corruptela.

 En lo social, los retos son complejos.

 Un artículo del diario Costa Rica Hoy reveló que la voluntad de un individuo de participar en un comportamiento de este tipo es afectada por su percepción del nivel de corrupción que persiste en su sociedad.

 El estudio divulgado por el rotativo afirma que entre más seguro está una de las partes de la corrupción del otro, menor es el costo de incorporarse a este tipo de actividades.

 De igual forma reveló que muchos de esos comportamientos se imitan si en otras ocasiones les funcionó a vecinos, conocidos o familiares.

 O sea, la corrupción genera más corrupción.

 "El desafío es inmenso. Donde todos lucran nadie piensa," dijo alguna vez el intelectual José Ingenieros quizás a modo de insinuación, como señalando que en la educación también está el camino para librarse de este mal.

(Daniel Urbino, Periodista de la Redacción Centroamérica y El Caribe de Prensa Latina)