El cardenal Fernando Filoni (1946, Manduria, Italia) es prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, la institución que desde 1622 tiene el objetivo de propagar la fe cristiana en todo el mundo, coordinando las misiones de la Iglesia. Tras entrar en el servicio diplomático vaticano en 1981, ejerció sus funciones en Sri Lanka, Irán, Brasil, Filipinas y Jordania. Entre 2001 y 2006 fue nuncio apostólico (equivalente a embajador) en Iraq: así pues, antes, durante y después de Saddam Hussein. Hoy, 10 años más tarde, publica «La Iglesia en Iraq», un documento que recorre la historia de la presencia cristiana en Mesopotamia desde el siglo I hasta nuestros días.
¿Cuál es la situación actual de los cristianos en Iraq?
–Es crítica, hay grupos de cristianos repartidos por todo el territorio. En el sur apenas hay, aunque quedan en Basrah. En Bagdad se hallan pocos millares, pero son muy difíciles de cuantificar. En el Kurdistán iraquí, cerca de Duhok, hay muchos cristianos, pero se encuentran muy dispersados tras ser desalojados de la cercana ciudad de Mosul, muy importante para ellos desde el punto de vista histórico y cultural. No todos los cristianos viven en las mismas condiciones, aunque muchos son refugiados. Ya no hay cristianos en países como Siria, se encuentran en territorios como Líbano y Jordania. Otros, sin embargo, sabemos que no volverán mientras que la paz no vuelva. Los que aún están en Iraq prefieren quedarse, siempre que haya paz y seguridad. Al contrario que en el pasado, no podemos hablar de una minoría cristiana consistente.
¿Cómo se vivía en Iraq hace 10 años?
–Con Saddam Hussein, los cristianos vivían como todos los demás ciudadanos, lo cual no significa que no hubiera discriminaciones. No hablo de persecuciones, sino de actitudes excluyentes que no procedían precisamente del régimen. Se trataba de una concepción del islam, donde aquellos que no lo profesaban eran considerados infieles. En la cotidianidad, sin embargo, la convivencia era muy buena. Salvo pequeños detalles, no había grandes contrastes religiosos. Muchos cristianos contribuían a la economía. Durante el régimen de Hussein trabajaban incluso ante la presidencia del gobierno, al ser considerados personas de fiar.
¿Cómo era la cotidianidad en aquel momento?
– Cuando teníamos que movernos, bastaba con informar: con Saddam había seguridad. Al comenzar la guerra, los cristianos, al igual que todos los ciudadanos, han padecido el conflicto. Con la ocupación anglo-americana llegó el trastorno de la seguridad y del futuro. Entonces comenzaron los atentados a las iglesias, y nadie defendía ni a los cristianos, ni al resto de minorías. La situación antes no era ideal, pero sí segura. Tras la liberación, que podemos entender sólo como la destitución de un régimen; la situación para los cristianos ha empeorado.
¿Cómo ve el Iraq de hoy ante el auge del ISIS?
– En términos de mayoría-minorías, nos hemos dado cuenta de algo que podía sospecharse: los chiíes, mayoritarios, han obtenido el poder en Iraq. Los suníes, en cuanto minoría siempre gobernante, nunca han aceptado la sumisión. La otra gran realidad del país, los kurdos, reivindican una mayor autonomía, porque habían luchado por ella y porque no veían claro una simbiosis entre chiíes, suníes y kurdos. Unir estas tres realidades es complicadísimo, por no decir imposible. Muchos cristianos están protegidos en el Kurdistán iraquí. Pero no como cristianos, sino como refugiados. El gobierno kurdo también acoge a suníes que escapan de ciudades como Ramadi o Fallujah.
¿Por qué leer su libro?
–En un momento en el que se habla mucho de los cristianos de Oriente Medio, y en particular de Mesopotamia; he intentado conectar los 2.000 años de historia, desde la evangelización apostólica hasta nuestros días. Mi libro pretende ayudar a entender qué significaron y qué siguen representando los cristianos en Iraq.
¿Y cómo ve su futuro?
–Si hay paz, los que se quieren quedar se quedarán, y no son pocos. Si no hay paz ni seguridad, incluso el más duro tendrá que someterse a la violencia.
¿Cuál es el interés del Papa Francisco al respecto?
– Quiere la protección de los derechos de todas las minorías y, obviamente, también la de los cristianos. Todas las minorías necesitan saber que hay alguien que los ama y que no se olvida de ellos. Humanamente, Bergoglio está muy entristecido por la actual situación. Desde un punto de vista religioso, sabe que los cristianos todavía son víctimas de muchas persecuciones, como minoría y como no musulmanes.
¿Para cuándo un viaje papal a Iraq?
– Sé que hay intenciones de hacerlo, pero desconozco cuándo sería.
¿Cuáles son los próximos proyectos de la Iglesia en Asia?
– Juan Pablo II ya dijo que éste sería el milenio de Asia. ¿El motivo? Porque es un gran continente, que engloba a su vez otros: China, India, Indonesia... cada uno con millones de personas. Éste es el desafío. Hay que respetar las seculares culturas autóctonas porque, de otro modo, el Evangelio no tendría sentido. Hay que apostar por las iglesias locales, aunque sean minoritarias.
¿Qué opinión tiene del Papa Francisco?
– Es maravilloso. Los cristianos le quieren mucho porque con el tiempo descubren muchas cosas de él. Lo perciben muy cercano y partícipe, como si fuera su propio párroco. Y a nosotros nos pasa lo mismo.
(www.larazon.es)
¿Cuál es la situación actual de los cristianos en Iraq?
–Es crítica, hay grupos de cristianos repartidos por todo el territorio. En el sur apenas hay, aunque quedan en Basrah. En Bagdad se hallan pocos millares, pero son muy difíciles de cuantificar. En el Kurdistán iraquí, cerca de Duhok, hay muchos cristianos, pero se encuentran muy dispersados tras ser desalojados de la cercana ciudad de Mosul, muy importante para ellos desde el punto de vista histórico y cultural. No todos los cristianos viven en las mismas condiciones, aunque muchos son refugiados. Ya no hay cristianos en países como Siria, se encuentran en territorios como Líbano y Jordania. Otros, sin embargo, sabemos que no volverán mientras que la paz no vuelva. Los que aún están en Iraq prefieren quedarse, siempre que haya paz y seguridad. Al contrario que en el pasado, no podemos hablar de una minoría cristiana consistente.
¿Cómo se vivía en Iraq hace 10 años?
–Con Saddam Hussein, los cristianos vivían como todos los demás ciudadanos, lo cual no significa que no hubiera discriminaciones. No hablo de persecuciones, sino de actitudes excluyentes que no procedían precisamente del régimen. Se trataba de una concepción del islam, donde aquellos que no lo profesaban eran considerados infieles. En la cotidianidad, sin embargo, la convivencia era muy buena. Salvo pequeños detalles, no había grandes contrastes religiosos. Muchos cristianos contribuían a la economía. Durante el régimen de Hussein trabajaban incluso ante la presidencia del gobierno, al ser considerados personas de fiar.
¿Cómo era la cotidianidad en aquel momento?
– Cuando teníamos que movernos, bastaba con informar: con Saddam había seguridad. Al comenzar la guerra, los cristianos, al igual que todos los ciudadanos, han padecido el conflicto. Con la ocupación anglo-americana llegó el trastorno de la seguridad y del futuro. Entonces comenzaron los atentados a las iglesias, y nadie defendía ni a los cristianos, ni al resto de minorías. La situación antes no era ideal, pero sí segura. Tras la liberación, que podemos entender sólo como la destitución de un régimen; la situación para los cristianos ha empeorado.
¿Cómo ve el Iraq de hoy ante el auge del ISIS?
– En términos de mayoría-minorías, nos hemos dado cuenta de algo que podía sospecharse: los chiíes, mayoritarios, han obtenido el poder en Iraq. Los suníes, en cuanto minoría siempre gobernante, nunca han aceptado la sumisión. La otra gran realidad del país, los kurdos, reivindican una mayor autonomía, porque habían luchado por ella y porque no veían claro una simbiosis entre chiíes, suníes y kurdos. Unir estas tres realidades es complicadísimo, por no decir imposible. Muchos cristianos están protegidos en el Kurdistán iraquí. Pero no como cristianos, sino como refugiados. El gobierno kurdo también acoge a suníes que escapan de ciudades como Ramadi o Fallujah.
¿Por qué leer su libro?
–En un momento en el que se habla mucho de los cristianos de Oriente Medio, y en particular de Mesopotamia; he intentado conectar los 2.000 años de historia, desde la evangelización apostólica hasta nuestros días. Mi libro pretende ayudar a entender qué significaron y qué siguen representando los cristianos en Iraq.
¿Y cómo ve su futuro?
–Si hay paz, los que se quieren quedar se quedarán, y no son pocos. Si no hay paz ni seguridad, incluso el más duro tendrá que someterse a la violencia.
¿Cuál es el interés del Papa Francisco al respecto?
– Quiere la protección de los derechos de todas las minorías y, obviamente, también la de los cristianos. Todas las minorías necesitan saber que hay alguien que los ama y que no se olvida de ellos. Humanamente, Bergoglio está muy entristecido por la actual situación. Desde un punto de vista religioso, sabe que los cristianos todavía son víctimas de muchas persecuciones, como minoría y como no musulmanes.
¿Para cuándo un viaje papal a Iraq?
– Sé que hay intenciones de hacerlo, pero desconozco cuándo sería.
¿Cuáles son los próximos proyectos de la Iglesia en Asia?
– Juan Pablo II ya dijo que éste sería el milenio de Asia. ¿El motivo? Porque es un gran continente, que engloba a su vez otros: China, India, Indonesia... cada uno con millones de personas. Éste es el desafío. Hay que respetar las seculares culturas autóctonas porque, de otro modo, el Evangelio no tendría sentido. Hay que apostar por las iglesias locales, aunque sean minoritarias.
¿Qué opinión tiene del Papa Francisco?
– Es maravilloso. Los cristianos le quieren mucho porque con el tiempo descubren muchas cosas de él. Lo perciben muy cercano y partícipe, como si fuera su propio párroco. Y a nosotros nos pasa lo mismo.
(www.larazon.es)