Entrevista al Emmo. Sr. Cardenal Fernando Filoni Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos
OMPE México: Con motivo de la celebración de la Jornada Mundial de las Misiones, las Obras Misionales Pontificio Episcopales de México, se dio a la tarea de entrevistar al Prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, organismo de la Iglesia Católica responsable de la propagación de la fe en todo el mundo y la coordinación de los esfuerzos misioneros, el Emmo. Sr. Cardenal Fernando Filoni, quien desde la Ciudad del Vaticano hace un llamado a todos los bautizados, a dejarse sumergir en la alegría del Evangelio.
-¿Qué es la Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND)?
El DOMUND(Domingo Mundial de las Misiones) es un día especial para vivir de manera más intensa la expresión de fraternidad y solidaridad universal. Por ello, como actividad central, se realiza en todas las Diócesis, Parroquias e instituciones católicas, la colecta Mundial de las Misiones, sumándose a la ayuda fraterna que se da a las Iglesias más necesitadas del mundo. Durante octubre, el mes misionero, la oración y cooperación material buscan dar respuesta al estado de necesidad que sufren tantas personas y poblaciones de la Tierra. Los sacerdotes, religiosos y laicos que sirven, sobre todo, a los más pobres, en distintas partes del mundo, necesitan medios para dar a conocer a Jesús, no sólo con la palabra, sino también con un compromiso concreto en la promoción humana que acompaña cada misión.
-¿Cuál es la importancia del misionero en tierras de misión ad gentes?
Hoy, más que nunca, evangelizar es un deber urgente para todos. Debemos anunciar a Cristo y su mensaje salvífico. Los misioneros viven una tarea muy clara: anunciar a Jesucristo con palabras y acciones. Así, los misioneros «llevan por todo el mundo el perfume de la caridad de Cristo»[1]. Su compromiso es una respuesta a los desafíos de la misión ad gentes en un mundo multicultural y secularizado.
Este tema lo hemos desarrollado ampliamente en el mes de febrero, en Brasil, con todos los Obispos reunidos en este país sudamericano. En aquella ocasión les dije: «El Concilio Vaticano II enmarca la identidad misionera de la Iglesia. También el salir fuera de nuestras fronteras para anunciar el Evangelio es edificar la Iglesia. La expresión “ad gentes”, es decir, “salir de las propias fronteras”, alude a un movimiento que no es simplemente dejar un espacio geográfico para habitar otro, sino que implica también una especie de desplazamiento cultural. Este desplazamiento cultural puede darse incluso dentro de la misma zona o en espacios virtuales».[2]
Podemos recoger la invitación que hace el Papa Francisco en el mensaje del DOMUND de este año, cuando nos dice que debemos de ser una Iglesia “en salida”, porque la Iglesia ha nacido “en salida”.
-¿Cuáles son las ayudas espirituales de las que se alimenta el misionero para anunciar el Evangelio?
Quisiera usar las palabras del evangelista Lucas en el momento en que los discípulos estaban llenos de alegría, entusiasmados por el poder para liberar a las personas de los demonios. Precisamente en ese momento, Jesús les advierte que no se alegren por el poder que se les ha dado, sino por el amor recibido: «Porque vuestros nombres están inscritos en el cielo» (Lc. 10, 20). A los misioneros se les ha concedido experimentar el amor de Dios y la posibilidad de compartirlo. Y esta experiencia de los discípulos misioneros es motivo de gozosa gratitud hacia el Señor Jesús.
Lucas entiende este júbilo en una perspectiva de comunión trinitaria: «Jesús se llenó de alegría en el Espíritu Santo», dirigiéndose al Padre y glorificándolo. Del mismo modo, el misionero, al anunciar el Evangelio, experimenta esta alegría desde la perspectiva de comunión trinitaria.
-¿Cuáles son las necesidades materiales que tiene un misionero?
La misión es el pilar fundamental de nuestra experiencia de la Iglesia y la promoción de la misión es esencial si queremos comprender verdaderamente lo que somos como seguidores de Jesús. Antes del Vaticano II, la misión estaba asignada a las diferentes congregaciones e institutos religiosos, que estaban en la vanguardia del mandato misionero. A partir del Concilio, la tarea se ha convertido en un compromiso de todo el Pueblo de Dios, ya que cada persona, por el bautismo y el don del Espíritu Santo, está llamada a desempeñar un papel activo en la vida y misión de la Iglesia.
La Iglesia ha redescubierto su responsabilidad misionera, y la Iglesia somos todos los bautizados. Estamos, por tanto, redescubriendo la responsabilidad maravillosa que tenemos al participar en esta misión y que tiene que ser concebida como una actividad eclesial que se relaciona con los diferentes entornos en los que Cristo y el Evangelio aún no se conocen y donde las comunidades cristianas no son lo suficientemente maduras.
El DOMUND es un día en el que se nos pide orar por las Iglesias locales más pobres y ayudar a financiarlas. De esta manera, podrán desarrollar su actividad de evangelización, ya que, muchas veces, por falta de fondos, tienen dificultades para llevar a cabo su actividad pastoral.
-Al finalizar la colecta, ¿Qué se hace con la colaboración económica recaudada?; ¿Cómo se distribuye a los campos de misión ad gentes?; ¿En qué criterio se basan para designar lo que cada campo de misión recibe?
Las Obras Misionales Pontificias, instrumentos de cooperación en la misión universal de la Iglesia en el mundo, son las encargadas de sugerir las necesidades más urgentes. Por medio de su acción, el anuncio del Evangelio se convierte en intervención concreta para ayudar al prójimo, en justicia para los más pobres, en posibilidad de instrucción en los pueblos más perdidos, en asistencia médica en lugares remotos, en emancipación de la miseria, en rehabilitación de los marginados, en apoyo al desarrollo de los pueblos, en superación de las divisiones étnicas, en respeto de la vida en cada una de sus etapas[3].
El DOMUND no significa que sólo se reciban ayudas para las misiones en ese día. Ciertamente, en octubre, por ser el mes dedicado a las misiones, la Iglesia hace hincapié en esta necesidad con una colecta especial para las misiones. Todo aquello que se recauda para las misiones en todo el mundo, también en los países de misión, el día de la Jornada Mundial de las Misiones, forma el llamado Fondo Universal de Solidaridad.
-¿De qué manera puede verel pueblo de Dios reflejada su aportación económica y espiritual?
La presencia de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y las Obras Misionales Pontificias son una expresión concreta de la acción de la Iglesia organizada en territorios de misión. No todos conocen la eficacia de una pequeña ayuda económica en los rincones más alejados del mundo.
La Jornada Mundial de las Misiones es también un momento para reavivar el deseo y el deber moral de la participación gozosa en la misión ad gentes. La contribución económica personal es el signo de una oblación de sí mismos, en primer lugar al Señor, y luego a los hermanos, porque la propia ofrenda material se convierte en un instrumento de evangelización de la humanidad que se construye sobre el amor[4].
Todas las comunidades que han recibido la contribución de los fieles tienen que comunicar lo recaudado y la destinación de este gesto concreto de ayuda solidaria.
-Mensaje al Pueblo de Dios…
«El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada»[5]. Por lo tanto, la humanidad tiene una gran necesidad de aprovechar la salvación que nos ha traído Cristo. Los discípulos misioneros son los que se dejan aferrar cada vez más por el amor de Jesús y marcar por el fuego de la pasión por el Reino de Dios, para ser portadores de la alegría del Evangelio[6]. Así también, todos nosotros, nuevos discípulos del Señor, estamos llamados a cultivar la alegría de la evangelización.
Este día nos compromete a todos. En primer lugar a nosotros, los Obispos, como principales responsables del anuncio, que tenemos la tarea de promover la unidad de la Iglesia local en el ámbito misionero, teniendo en cuenta que la alegría de comunicar a Jesucristo se expresa tanto en la preocupación de anunciarlo en los lugares más distantes, como en una salida constante hacia las periferias del propio territorio, donde hay más personas pobres que esperan. Pero también a todas las comunidades, a las comunidades parroquiales, a las asociaciones y a los grupos, a los que animo a comprometerse cada día con una vida fraterna intensa, basada en el amor a Jesús y atenta a las necesidades de los más desfavorecidos.
Quisiera terminar con la llamada que hace el Papa Francisco al final de su mensaje para este día: «¡No dejemos que nos roben la alegría de la evangelización! Os invito a sumergiros en la alegría del Evangelio y a nutrir un amor que ilumine vuestra vocación y misión». (Área de Investigación e Información OMPE México).
[1]«Los misioneros son parte de un gran proyecto y misión que “es cuestión de amor”, esto es, que, como católicos, nuestra vida esté al servicio de los demás, y que los gemidos inenarrables que alcanzamos a escuchar nos impulsen a responder con entusiasmo desde nuestra vocación bautismal» (Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, 2008).
[2]Agencia Fides (www.fides.org), 5 de febrero de 2014.
[3] Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, 2012.
[4]Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, 2014.
[5] Cfr. Exhortación Apostólica “Evangelii Gaudium”, n. 2.
[6]Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, 2014.