Comunicado de los Obispos de la CEN

A nuestros sacerdotes, religiosos y religiosas, agentes de pastoral, pueblo católico, hermanos en la fe cristiana, autoridades civiles y militares de la nación, a todos los nicaragüenses, hombres y mujeres de buena voluntad:
 
1. Los Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, conscientes de la misión recibida de Dios, quien «nos confió el ministerio de la reconciliación» (2 Cor 5,18), deseamos ofrecer como pastores de la Iglesia una palabra de luz y de consuelo al país en estos dolorosos y tensos momentos que vivimos a partir de los reprobables actos criminales cometidos contra hermanos nicaragüenses la noche del 19 de julio y de las acciones violentas que lamentablemente tales hechos han provocado.



2. Reiterando nuestro dolor y absoluta condena de tales actos terroristas injustificados bajo todo punto de vista, y conscientes de que «el Señor es justo y ama la justicia» (Sal 11,7), esperamos que las autoridades correspondientes realicen las debidas investigaciones e identifiquen a los verdaderos culpables de estas terribles masacres. Igualmente nos duele y preocupa mucho la situación de persecución, detenciones injustas, desaparición inexplicable de personas, terror y muerte que se ha desencadenado en algunos municipios del país.
 
3. Iluminados por la palabra de Dios que nos enseña que «no hay que dejarse vencer por el mal, antes bien hay que vencer al mal con el bien» (cf. Rom 12,21), exhortamos a todos los nicaragüenses a no dejarse llevar por la tentación de la revancha violenta ni a desalentarse ante la aparente fuerza del mal destructor. No hay que darle fuerza al mal, ni «devolver a nadie mal por mal» (Rom 12,17). No confundamos la justa pena que el culpable tiene que pagar por el delito cometido, con el odio y la venganza. Estaríamos generando así una escalada violenta mucho mayor y más dolorosa aún, sin lograr restablecer la justicia y la convivencia pacífica en la sociedad.
 
4. Pedimos a las autoridades de la Policía Nacional y del Ejército que las investigaciones y la detención de personas que se lleven a cabo sean siempre legítimas y necesarias y se realicen en modo justo, conforme a lo establecido en el amplio marco de la Normativa y Práctica de los Derechos Humanos para la Policía, promulgado por la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, que establece «tratar a todos los sospechosos como si fueran inocentes, con educación, respeto y profesionalidad». Los exhortamos a actuar en todo momento respetando los derechos humanos y sin utilizar ningún tipo de presión, intimidación, tortura y violencia, contra nadie. Las autoridades cometen un error gravísimo pretendiendo restablecer la justicia actuando en modo injusto y utilizando métodos propios del terrorismo. De este modo, no sólo ponen en entredicho su profesionalidad, sino que están engendrando un clima de pánico, de inseguridad y de traumas dolorosos en muchas comunidades y familias, sobre todo en los niños y en los jóvenes. Para evitar mayor violencia y consecuencias más dolorosas aún en nuestro país «es urgente poner fin a todo abuso de autoridad» (CEN, En búsqueda de nuevos horizontes para una Nicaragua mejor, 21 de mayo de 2014, n. 18).
 
5. No olvidemos que en un estado democrático todos tenemos «una responsabilidad irrenunciable de contribuir a la justicia y a la paz» (CEN, En búsqueda de nuevos horizontes para una Nicaragua mejor, 21 de mayo de 2014, n. 43). La mejor manera de lograrlo es afrontando los problemas de la convivencia humana, a partir de sus causas más profundas, sin ignorar o negar la realidad y buscando siempre soluciones pacíficas a través del respeto mutuo, el diálogo y la tolerancia.
 
6. Con la fortaleza que nos viene de Jesucristo, «luz del mundo» (Jn 8,12), comprometámonos en la promoción y el respeto a la vida y a la dignidad de toda persona humana, sin acostumbrarnos al maltrato recíproco ni a dejarnos arrastrar por la fuerza irracional de la violencia de unos contra otros, pues estaríamos «caminando en las tinieblas, sin saber adónde vamos, porque las tinieblas han cegado nuestros ojos» (cf. 1 Jn 2,11). Que María Virgen, Reina de la paz, interceda amorosamente por nuestra amada patria.
 
 
Dado en Juigalpa a los treinta y un días del mes de julio de dos mil catorce.
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. SÓCRATES RENÉ SÁNDIGO JIRÓN
Obispo de la Diócesis de Juigalpa
Presidente de la C.E.N.
 
Su Eminencia Reverendísima
CARDENAL LEOPOLDO JOSÉ BRENES SOLÓRZANO
Arzobispo Metropolitano de Managua
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. SILVIO JOSÉ BÁEZ ORTEGA, O.C.D.
Obispo Auxiliar de Managua
Secretario General de la C.E.N.
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. BOSCO VIVAS ROBELO
Obispo de la Diócesis de León
Vicepresidente de la C.E.N.
(Ausente por motivos personales)
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. ROLANDO JOSÉ ÁLVAREZ LAGOS
Obispo de la Diócesis de Matagalpa
Ecónomo General de la C.E.N.
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. JORGE SOLÓRZANO PÉREZ
Obispo de la Diócesis de Granada
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. PABLO SCHMITZ SIMÓN, O.F.M. CAP.
Obispo del Vicariato
Apostólico de Bluefields
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. JUAN ABELARDO MATA GUEVARA
Obispo de la Diócesis de Estelí
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. DAVID ZYWIEC SIDOR, O.F.M. CAP.
Obispo Auxiliar del Vicariato
Apostólico de Bluefields
 
Su Excelencia Reverendísima
MONS. CARLOS ENRIQUE HERRERA GUTIÉRREZ
Obispo de la Diócesis de Jinotega